viernes, diciembre 12, 2008

INFANCIA...

Esta tarde se me ha roto
mi cabballo de madera;
el que alentó mis paseos
sobre las largas veredas.
Se me pone triste el pueblo,
porque se ha roto la rueda
en que acababa la cola
de mi corcel de madera.
Vuelvo lloroso y en casa
me olvido de mi tristeza
las lágrimas que me turban
las enjuga en su melena
y pone un beso de azúcar
tibio sobre mi inocencia.
¿Cuánto vale mi caballo?
¿Y cuánto cuesta mi pena?
Tienen que valer muy poco
porque mi madre me besa
y estoy sonriendo ya hombre
sobre la misma vereda
en que quedó abandonado
mi caballo de madera.

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